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El trigo es uno de los cultivos más extendidos en todo el mundo, y su producción es vital para la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, como todos los cultivos, el trigo es susceptible a una serie de plagas y enfermedades que pueden amenazar su rendimiento y calidad. Estas amenazas pueden provocar importantes pérdidas económicas y afectar a las cadenas de suministro mundiales. Por lo tanto, es esencial conocer los tipos de plagas y enfermedades que afectan al trigo, así como los métodos utilizados para detectar, prevenir y curar estos problemas.
En este artículo, ofreceremos una visión general de algunas de las principales plagas y enfermedades que afectan a la producción de trigo, cómo pueden detectarse y los métodos disponibles para controlarlas.
Principales plagas y enfermedades que afectan a la producción de trigo
1. Enfermedades de la roya: Roya de la hoja, roya del tallo y roya amarilla del trigo
Las enfermedades de la roya se encuentran entre las más dañinas para los cultivos de trigo en todo el mundo. Están causadas por diferentes especies del hongo Puccinia y suelen clasificarse en tres tipos principales:
- Roya de la hoja del trigo (Puccinia triticina): Es una de las royas más extendidas que afectan al trigo. Suele comenzar en forma de pequeñas pústulas de color marrón rojizo en las hojas y puede extenderse rápidamente. En los casos graves, la roya de la hoja puede reducir la fotosíntesis, con la consiguiente disminución del rendimiento y debilitamiento de las plantas.
- Roya del tallo del trigo (Puccinia graminis): La roya del tallo es una enfermedad más destructiva que afecta al tallo y la cabeza del trigo. Produce grandes pústulas de color marrón rojizo que debilitan la estructura de la planta, haciéndola más susceptible al viento y a otras agresiones ambientales. Puede devastar los cultivos de trigo si no se controla eficazmente.
- Roya estriada del trigo (Puccinia striiformis): Este tipo de roya se caracteriza por rayas amarillo-anaranjadas en las hojas, que suelen aparecer con temperaturas más frías. La roya amarilla es especialmente problemática en regiones de clima moderado, y puede causar importantes pérdidas de rendimiento si no se controla.
Detección y prevención:
Las enfermedades de la roya pueden detectarse mediante un seguimiento regular del campo, con inspección visual de hojas y tallos en busca de signos de pústulas. Las imágenes por satélite y la tecnología de drones también pueden utilizarse para la detección precoz, permitiendo a los agricultores localizar las zonas en las que está presente la roya antes de que se propague ampliamente.
Para prevenir las infecciones de roya, los agricultores deben plantar variedades de trigo resistentes, ya que la mejora de la resistencia es una de las medidas de control más eficaces. También son frecuentes las aplicaciones de fungicidas, pero deben programarse cuidadosamente para evitar la acumulación de resistencias en la población de patógenos.
Curación:
Una vez detectadas las enfermedades de la roya, se suelen utilizar fungicidas como los triazoles y las estrobilurinas para controlar su propagación. Sin embargo, estos tratamientos deben aplicarse al principio del ciclo de infección para obtener la máxima eficacia.
2. Tizón de la cabeza por Fusarium (FHB)
El tizón de la cabeza por Fusarium, también conocido como Fusarium graminearum o costra, es una enfermedad fúngica que afecta a las cabezas del trigo. Puede provocar que los granos se decoloren, se arruguen y se contaminen con micotoxinas, en particular el deoxinivalenol (DON), que es nocivo tanto para los seres humanos como para los animales.
Detección y prevención:
El Tizón de Fusarium puede detectarse por la presencia de cabezas blanqueadas y arrugadas y lesiones rosadas o rojizas en los granos infectados. Es más común en condiciones húmedas, especialmente durante la floración.
Para prevenir el tizón de la cabeza por Fusarium, los agricultores deben rotar el trigo con cultivos no hospedantes, como el maíz o la soja, ya que Fusarium prospera en los monocultivos de trigo. Los tratamientos fungicidas, en particular los que contienen fungicidas triazólicos, también pueden ayudar a reducir la gravedad de la infección. Evitar una fertilización nitrogenada excesiva y garantizar un drenaje adecuado de los campos también puede reducir el riesgo.
Curación:
Una vez que el Tizón de Fusarium está presente, las medidas de control incluyen la aplicación de fungicidas dirigidos contra el patógeno. Sin embargo, debido al riesgo de contaminación por micotoxinas, es esencial controlar la enfermedad durante la etapa de floración para reducir el potencial de acumulación de toxinas.
3. Virus del mosaico amarillo del trigo (WYMV)
El virus del mosaico amarillo del trigo (WYMV) es una enfermedad vírica transmitida por pulgones que provoca amarilleamiento, retraso del crecimiento y reducción de la formación de granos. Las plantas infectadas a menudo muestran patrones similares a un mosaico de amarillo y verde en las hojas, lo que puede reducir significativamente el rendimiento de los cultivos.
Detección y prevención:
El WYMV puede detectarse por los característicos patrones de mosaico amarillo en las hojas y el retraso en el crecimiento de las plantas infectadas. La enfermedad suele exacerbarse en regiones donde las poblaciones de pulgones son elevadas, y los agricultores pueden notar infestaciones de pulgones junto con los síntomas.
La prevención del VYM implica el control de las poblaciones de pulgones mediante aplicaciones de insecticidas o el uso de variedades de trigo resistentes. La siembra de trigo en campos con buena circulación de aire puede reducir la probabilidad de infestaciones de pulgones, ya que estas plagas prosperan en condiciones de aire estancado.
Curación:
No existe una cura directa para el WYMV, pero el control de las poblaciones de pulgones mediante aplicaciones oportunas de insecticidas puede prevenir la propagación del virus. También es esencial eliminar y destruir las plantas infectadas para limitar la transmisión posterior.
4. Los pulgones del trigo y el virus del enanismo amarillo de la cebada (BYDV)
Los pulgones, como el Sitobion avenae (el pulgón inglés del grano), son conocidos por transmitir el virus del enanismo amarillo de la cebada (BYDV) en el trigo. Los pulgones se alimentan de la savia de las plantas de trigo y, cuando están infectados por el BYDV, pueden propagar el virus a las plantas sanas. El resultado es el retraso del crecimiento, el amarilleamiento de las hojas y la reducción del potencial de rendimiento.
Detección y prevención:
Las infestaciones de pulgones suelen ser visibles por su rápida colonización de los tallos y las hojas del trigo. La presencia del BYDV puede confirmarse mediante pruebas de laboratorio, pero los primeros signos son el amarilleamiento de las hojas inferiores y el retraso del crecimiento.
La prevención de las infestaciones de pulgones implica el uso de insecticidas y la plantación de variedades de trigo resistentes a los pulgones. La vigilancia periódica de las poblaciones de pulgones mediante trampas adhesivas u otras herramientas de control también puede ayudar a detectar las infestaciones a tiempo, lo que permite adoptar medidas de control oportunas.
Curación:
Una vez que los pulgones han propagado el virus, no hay cura. El mejor enfoque es la prevención mediante la aplicación oportuna de insecticidas para controlar las poblaciones de áfidos y reducir la propagación del virus.
5. Pudrición de la raíz del trigo (Fusarium spp. y Pythium spp.)
La podredumbre de la raíz del trigo está causada por varios patógenos transmitidos por el suelo, entre ellos las especies Fusarium y Pythium. Estos hongos atacan las raíces del trigo, debilitando las plantas y haciéndolas más susceptibles a la sequía y otras agresiones medioambientales. Los síntomas incluyen el amarilleo de las hojas, el establecimiento deficiente de la planta y la reducción de la masa radicular.
Detección y prevención:
La podredumbre de las raíces puede detectarse inspeccionando el sistema radicular en busca de signos de decoloración y pudrición. Las plantas infectadas suelen mostrar un crecimiento atrofiado y un rendimiento reducido.
Para prevenir la podredumbre radicular, los agricultores deben practicar la rotación de cultivos con plantas no hospederas, como las leguminosas, y garantizar un drenaje adecuado para evitar suelos encharcados, que favorecen el crecimiento de patógenos de la podredumbre radicular. La fumigación del suelo y el uso de fungicidas también pueden ayudar a controlar la podredumbre de la raíz, aunque su eficacia puede variar.
Curación:
Una vez establecida, la podredumbre radicular es difícil de curar, pero los fungicidas pueden ayudar a controlar su propagación si se aplican a tiempo. La mejora de la salud del suelo y la aplicación de buenas prácticas agronómicas, como la reducción del laboreo y un drenaje adecuado, pueden ayudar a mitigar los efectos de la podredumbre radicular.
Conclusión
Las plagas y enfermedades son amenazas importantes para la producción de trigo, causantes de pérdidas de rendimiento y deterioro de la calidad. Aunque detectar y gestionar estas amenazas puede resultar complicado, los avances en las prácticas de gestión de plagas y enfermedades, incluido el uso de datos por satélite, la resistencia genética y la mejora de las estrategias de gestión de cultivos, ofrecen esperanzas para minimizar su impacto.
Para proteger sus cultivos de trigo, los agricultores deben aplicar estrategias de gestión integrada de plagas (GIP) que incluyan la vigilancia periódica, el uso de variedades resistentes y la aplicación de plaguicidas adecuados. Manteniéndose alerta y utilizando las tecnologías disponibles, los productores de trigo pueden reducir los riesgos que plantean las plagas y enfermedades, garantizando una industria triguera más sostenible y rentable.